Via Francigena Torino - Vercelli

Desde la antigüedad Piamonte zona de paso clave para el tránsito desde los Alpes hasta el Valle del Po, vió pasar ejércitos, comerciales, emperadores y papas: eso explica el importante papel que Augusta Taurinorum continuó a jugar, incluso después de la época romana, como area neurálgica de los recorridos que llegan a los pasos alpinos más importantes - Monginevro, Moncenisio y el Gran San Bernardo - pero también a la Tierra Santa y a Roma, a través de las calles romanas como la Fulvia hacia Asti o la vía consular hacia Vercelli Piacenza.

En el año mil los peregrinos que se dirigían hacia Roma viajaban a lo largo de las líneas principales, desde el Valle de Aosta, a través del Canavese y del Valle de Susa, yse reunían en Santhià y Vercelli: está claro que el eje vial Rivoli-Turín-Chivasso tenía un importante valor estratégico para el hecho de que las fundaciones religiosas como Santa Maria di Lucedio, en las llanuras de Vercelli, disfrutaban de la exención de peajes para atravesar los pasos de las montañas del Valle de Susa.

Fue mencionada por primera vez en el año 333 dC entre las etapas fundamentales para llegar a Jerusalén por el autor anónimo del Itinerarium Burdigalense (la más antigua descripción de una ruta de peregrinación cristiana), desde la Edad Media, los acontecimientos históricos han establecido el papel de protagonista de la ciudad de Turín. El núcleo urbano ligado a la Vía Francígena se localiza en el así llamado Cuadrilátero Romano, donde surgió Augusta Taurinorum que tiene un diseño urbano regular y caractéristico hoy todavía visible, cuyas puertas eran funcionales a las principales rutas que llevaban a la ciudad: la Puerta Secusina con Strada Pellerina procedente de los pasos del Valle de Susa, y Puerta Palatina, todavia intacta, que abría la ruta a la llanura. Cerca de la Secusina había una docena de domus hospitali y xenodochia para la acogida: desde la Palatina la Strada Burghi Francexia cruzaba el Dora Riparia y llegaba a Chivasso-Clavasium y Verolengo - la antigua mansio romana Quadrata.

Los acontecimientos históricos y el nacimiento de las iglesias y abadías aclaran el papel determinante de los obispos y de los nobles de Turín para el control del territorio atravesado por los caminos francigenos: la fundación en 1146 de San Giacomo di Stura, por ejemplo, podía asegurar un servicio de acogida para los pobres con un xenodochium, pero también un barco que permitiría llegar a la otra orilla del río para alcanzar Chivasso y Vercelli.

Más allá de Turín, se proseguía lo largo del Po recurriendo la vía consular hacía Piacenza y, aunque con muchas dificultades debidas a las frecuentes inundaciones, se llegaba a Chivasso: la ciudad conoció su mayor etapa de esplendor en la Edad Media, con los Aleramici, pero destaca también por ser el lugar de nacimiento del pintor Defendente Ferrari, activo en el siglo XV en la región del Piamonte.

Estos territorios estaban sujetos al Marqués del Monferrato, que durante algunos siglos se disputó con lo Saboya el control de la ruta: por ahí se hallaban tierras de las aguas y pantanos, hoy convertidas en arrozales que se asoman a las llanuras de Vercelli.

Hoy en día recorrer este tramo de la Vía Francigena significa cruzar un territorio rico en arquitectura y paisaje, que se caracteriza por la regularidad geométrica de los campos y de las arrozales; conocer las reservas especiales del tramo de Turín del Parque Fluvial del Po y del Parque de la Colina de Turín, con la majestuosa Basílica de Superga; ver obras de ingeniería hidráulica como el Canal Cavour, con la que el hombre ha domesticado marismas y pantanos.

Estas son las tierras que muestran testimonios artísticos y de la laboriosidad del hombre, que se afirmaron también como lugares de excelencia en la producción agrícola de alta calidad, como el arroz.